El 16 de marzo de 2004 el Consell de Ciutat comenzaba su actividad como máximo ente participativo de Barcelona. Dos años atrás se habían aprobado la Carta Municipal y las Normas reguladoras de la participación ciudadana con Joan Clos al frente del consistorio, el marco legal en el que se ha desarrollado el Consell de Ciutat.

Prácticamente dos décadas de vida participativa que ha visto pasar la presidencia de cuatro alcaldes diferentes, grupos de trabajo con temáticas muy diversas y ajustadas a la realidad del municipio en cada momento y más de un centenar de personas que han hecho posible de forma desinteresada el trabajo del Consell cada año.

El foco en la diversidad

Una de las características que mejor define el Consell de Ciutat es su diversidad. El ente está compuesto actualmente por las 25 instituciones más significativas de la ciudad, 15 provenientes del fichero general de entidades ciudadanas, 15 personas de renombre ciudadano, 25 ciudadanos y ciudadanas, 10 vicepresidencias asociativas de los distritos, 18 representantes de los Consells Sectoriales de ciudad y un miembro de la Sindicatura de Greuges municipal.

Unas visiones muy plurales del mundo civil que se complementan con la representación política municipal: la presidencia del Consell la ostenta la alcaldesa o alcalde de la ciudad y también tienen representación los grupos políticos presentes en el pleno.

En este sentido, Àngels Guiteras, presente en el Consell de Ciutat en calidad de persona de renombre ciudadano, destaca “la riqueza de una forma de trabajar en un espacio muy plural y diverso. Permite conocer las principales preocupaciones y tomar el pulso de determinadas temáticas de la ciudad”.

Un punto con el que coincide Albert Recio, representante de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) en el Consell de Ciutat, pese a reconocer las limitaciones del ente: “Es un órgano consultivo, está muy bien, pero dispone de poco poder real. Sin embargo, permite generar unos debates que en otras instancias no funcionan”, afirma.

Para Àlex Goñi, vicepresidente del Consell y representante de Pequeña y Mediana Empresa de Cataluña (PIMEC), la diversidad de entidades es positiva en términos globales y el diálogo es fluido y positivo. Goñi tiene una larga trayectoria en el Consell de Ciutat y ha visto cómo hay temáticas que cogen fuerza en función de cada momento y mandato, aunque no hay una influencia directa, “depende de quién gobierna en la ciudad hay una tendencia u otra”, apunta.

Imparcialidad política

El espacio participativo se ha regido desde sus inicios por un principio de imparcialidad política. Un objetivo que parece difícil conseguir, pero que se ha basado en recoger las opiniones, experiencias y recomendaciones de las entidades y trasladarlas al consistorio cuando lo han considerado necesario y relevante.

Desde la Secretaría Técnica del Consell de Ciutat destacan la importancia de que “políticos, ciudadanía y entidades hablan de igual a igual. Con independencia de la entidad que se represente o la cantidad de socias que tenga”. Una conversación al mismo nivel entre políticos y ciudadanía para hacer avanzar a la ciudad desde sensibilidades diversas. «El valor está en el debate, en las ideas que aportas sobre todo», explican.

Un altavoz de la ciudad

El Consell de Ciutat ha hecho la función de altavoz de aquellas problemáticas que entidades y ciudadanía ponen sobre la mesa. Un espacio privilegiado para visibilizar realidades locales que necesitan un espacio y debate público. “El Consell varía en función del pulso que tomamos en la ciudad. Actualmente, tenemos grupos de trabajo sobre desigualdad y pobreza, que no habíamos tenido antes. También se ha tocado el tema socio sanitario, dando importancia al cruce de miradas social y sanitaria”, explica Guiteras. Y añade: «Es un altavoz de las situaciones que más preocupan».

Goñi destaca que la tasa turística se planteó por primera vez en la ciudad, cuando se detectó que podía ser una vía de ingresos municipales importante que acompañara al incremento de la actividad turística. Recio pone el acento crítico a este altavoz cuando quiere convertirse en una herramienta para incidir en las políticas concretas: “La escucha por parte de los grupos políticos no predomina y debería ser la función más destacada”.

Casi dos décadas después de ese 16 de marzo en que el Consell de Ciutat dio sus primeros pasos, el espacio participativo se ha consolidado como un ente de referencia en el debate entre ciudadanía y gobierno. Una acción participativa que ha hecho manifiesta la necesidad de diálogo en la ciudad, junto con una capacidad de influencia en las políticas municipales que ha puesto sobre la mesa temáticas y cuestiones líderes.